LAS MIL CARAS DEL EGO


La mente es una prisión y el despertar es dejar de identificarte con la prisión llamada EGO. El despertar no es deshacerse de la mente sino que cuando no estás identificado con ella entonces puedes experimentar la vida sin miedo ni deseo.
La consciencia humana es un continuo que va desde la identificación con lo material, con el cuerpo, en un extremo  hasta  la cesación del ego en el otro extremo. Cada paso que damos en el continuo trae menos sufrimiento.

Menos mente, menos ego el cual  genera la resistencia a lo que sucede, esta resistencia es el sufrimiento, menos ego menos dualidad. Desidentificarte de él te hará vivir en paz. Es la mente la que crea la dualidad cuando todos los fenómenos son continuos.

El ego consiste en un conjunto de programas condicionados. Uno interesado en el dinero, otro en el poder, otro en estatus, control, sexo, etc.
El  piensa que son los deseos los que van a darle felicidad. Usamos gran parte de nuestro tiempo en satisfacer sus programas los cuales tratan  de cambiar el mundo para que se ajuste a sus deseos.

Tenemos que liberar la energía de los patrones del yo condicionado y sus interminables búsquedas de satisfacción.
Aceptar la realidad tal cual no significa que seamos pasivos sino que actuamos alineados con la vida. Nos alineamos con el TAO y nos alejamos del caos creado por la mente.

Queremos luz sin oscuridad, felicidad sin tristeza, programas ilusorios de nuestro ego. Este pequeño yo  siempre piensa que ahí fuera hay un problema que resolver para estar en paz, cuando la paz  está aquí siempre que tengamos entrenada la mente, lo que equivale a decir cuando lo mantengamos  a raya.

El malestar viene porque no damos las respuestas adecuadas a nuestras circunstancias, porque estamos empleando las estrategias inadecuadas en nuestra vida.

Tenemos que elevar el nivel de consciencia más allá de nuestro yo inferior. Su forma de pensar hace que veamos el mundo de la manera que lo vemos, siempre etiquetamos algo como bueno o malo, siempre hay preferencias en nuestra mente, sólo miramos el interés propio. 
Estamos tan identificados con nuestro ego que  por eso sentimos miedo preocupación, ansiedad o desesperación. 
Sin  él  no habría conflictos ni oposición a nada.

             Sal de tu zona de confort y ve más allá de sus programas.

LAS SUBPERSONALIDADES

Una de las ilusiones más engañosas que tenemos es creernos un ser
indivisible, inmutable y consecuente.
La vida puede parecernos una aventura, una pesadilla o un enigma, todo a la vez.

El ego se divide en subpersonalidades que coexisten dentro de nosotros con un estilo, motivaciones y necesidades diferentes.
Una sola persona tiene muchas facetas: El crítico, el perfeccionista, el controlador, el complaciente. Todos estos aspectos predominantes de la personalidad se llaman subpersonalidades, las cuales se adquieren a través de la educación y los condicionamientos de la vida.

Cada uno somos una multitud. Podemos ser a la vez un asceta, un aventurero, un intelectual, un seductor, un rebelde, un organizador, todos ellos coexistiendo dentro de la misma persona.

El pequeño yo tiende a identificarse con roles, filiaciones, defectos, enfermedades: Soy perezoso, crítico, glotón, diabético...

El ego tiene varias subpersonalidades para conseguir lo que quiere y según el momento expresa una u otra: En la familia es el divertido, en el trabajo el responsable, con los desconocidos el interesante y con los amigos el servicial.
No estamos unificados pero no somos conscientes de ello ya que tenemos  un solo cuerpo. A veces las subpersonalidades no se llevan bien ya que cada una tiene sus propias opiniones y gustos y están en continua lucha por el control de la mente.

Observa detenidamente cuantas personalidades viven dentro de ti, ponle nombre: El artista, el quejica, el samaritano, el pulpo, el tiburón, el payaso, el yatelodije...

Identificarlas hace que nos encontremos más cómodos con estos huéspedes internos que tienen vida propia  dentro de nosotros. Identifica las que te gustan y las que no. Mira si puedes poner algunas en un solo grupo , por ejemplo, el quejica y el huerfanito que nadie quiere en la víctima.

Describe tu personalidad  en función de tus subpersonalidades y mira cuales están en conflicto y cuales son las que quieren estar al mando.

Reconocer tus subpersonalidades y observarlas, significa  desidentifícarte de ellas. Es necesario conocerlas para hacer que ninguna tenga  el control total sobre ti  y además puedes usarlas como ayudantes auxiliares cuando tengas un problema  preguntando a cada una de ellas su opinión al respecto.

Básicamente no hay subpersonalidades buenas ni malas, todas son manifestaciones de tu ego. Las subpersonalidades sólo son perjudiciales cuando nos dominan ya que nos limitan, por eso hay que identificarlas y desidentificarnos de ellas. Podemos  llegar a ser prisioneros de una subpersonalidad, esto significa que nos impone sus maneras de ver las cosas.

El trabajo con las subpersonalidades sirve para aumentar el sentido del YO verdadero y centrarlo de modo que podamos ser uno solo en vez de  tener la personalidad  desintegrada en muchos sub-egos  que están en pugna  con todos los demás.

Desde el centro podemos entrar en cualquier subpersonalidad, controlarla, corregirla y cuidarla. No debemos dejar que nos dominen pero tampoco ignorar sus necesidades.

Ninguno de estos egos es tu auténtico YO  aunque todos ellos tienen cierta autonomía y luchan por el control de la psique.

                   Las subpersonalidades nos ayudan a vivir

El protector nos ayuda, el sabelotodo nos anticipa, el manipulador controla, el niño travieso nos divierte...

El YO auténtico, el self es el que puede observar todas estas subpersonalidades, el único que puede ver la realidad tal como es porque la consciencia es el conocimiento que tenemos de nuestra existencia, los estados mentales y comportamiento. Su función primordial es facilitar la adaptación del organismo al mundo que le rodea haciendo notar y al mismo tempo corregir los errores.

La consciencia es una manera de adaptarse al entorno. Los procesos mentales y las emociones no son sino medios evolucionados a través de los que una persona se adapta al ambiente, facilitan la toma de decisiones ante los estímulos que se presentan acercándonos o alejándonos de ellos, con lo que sirven para nuestra supervivencia.

Para trabajar con nuestras subpersonalidades hemos de potenciar el observador. Un ejercicio útil es  imaginar al testigo dialogando con ellas , él situado en el centro y ellas sentadas  en una silla alrededor de el. 
Pregunta por turno  llamándola a cada una por su nombre:

¿Por qué formas parte de mi?
¿Cuándo apareciste en mi vida? ¿Cuál es tu misión?
¿Qué me aportas?
¿Cómo puedes ayudarme? ¿Qué necesitas?
¿Qué te hace feliz?
¿Qué te hace desgraciado?
¿A qué tienes miedo?

Detras de cada subpersonalidad hay necesidades no resueltas y cada una tiene la intención positiva de satisfacerlas. El trabajo interior consiste en buscar la manera de satisfacer esas necesidades de la manera más adecuada.

Las subpersonalidades son parte de ti pero tú eres más que ellas

Tu corazón tiene una inteligencia superior, escúchalo y pregúntale cuando no sepas que hacer.

ROBERTO ASSAGLIOLI

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