Lo que caracteriza a la niñez es la incapacidad para soportar frustraciones. El niño ante la frustración de los deseos reacciona con agresividad .
El aprendizaje de la vida es una continua fuente de frustraciones y la agresividad que el niño manifiesta no siempre es proporcional a la fuente de frustración.
El aprendizaje de la vida es una continua fuente de frustraciones y la agresividad que el niño manifiesta no siempre es proporcional a la fuente de frustración.
La evolución infantil es una transición progresiva de la pasividad a la actividad, de la dependencia a la independencia.
Hay una clase especial de adultos :Los adultescentes en los que se mantienen esas dos características de la infancia: Pasividad y dependencia.
Los adultescentes esperan que toda la ayuda, venga del exterior , exigen que la situaciones y personas se amolden a ellos, dependen completamente de los demás, se sienten inseguros, desvalidos, desprotegidos, llenos de miedo, quizá inconscientemente ansiando la fusión oceánica con el útero materno y todos sus esfuerzos se encaminan a construir y mantener úteros artificiales o cascarones protectores de sustitución en los cuales refugiarse.
Otras dos características infantiles de los adultescentes son la baja tolerancia a la frustración y el escaso autocontrol de los impulsos.
Cuando el exterior no les da el apoyo que necesitan, la emoción que predomina es la frustración y esa frustración provoca ira o agresión; ya sea hacia el exterior, en forma de mal humor, protestas, insultos, descalificaciones o hacia el interior convirtiendose en depresión y angustia.
Para el budismo las frustraciones son muy beneficiosas, cuando no son muy intensas porque nos hacen evolucionar y suscitan una respuesta de actividad.
Alrededor de los siete años el niño bajo el abrumador peso de la realidad reemplaza el principio del placer por el principio de realidad. El niño dice adios a esa fantasia de omnipotencia y se va adaptando a las circuntancias .
La infancia no es una época feliz y dorada libre de problemas: En general los niños viven todos los mismos conflictos esenciales y no se diferencian entre sí más que por la forma en que los han asumido y superado .
El ser humano trata de evitar la angustia por cualquier medio aunque sea irracional, por lo que se rige por el principio del placer; pero cuando nos sometemos al principio de realidad nos adaptamos mejor al ambiente.
Un yo fuerte es capaz de establecer compromisos adecuados, pero cuando es débil tiende al hedonismo de corto alcance estableciendo compromisos que no produzcan sufrimiento a corto plazo basados en el principio del placer.
Hay adultos con comportamientos regresivos que todavía no han pasado de la etapa de la aceptación del principio de realidad, son los que tienen el Síndrome del niño mimado cuyo lema es ¿ Que ha hecho por mí la vida últimamente? O también : ¡ Dámelo todo a cambio de nada ! .
Gran parte de los conflictos interiores que tenemos se producen porque una parte de nosotros que se ha quedado anclada en la infancia
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