Las crisis personales son temidas y es lógico porque llevan aparejadas sentimientos de miedo, vacío, indefensión, tristeza y a veces desesperación.
Si sabemos ver las ventajas de los inconvenientes, las crisis pueden cambiar nuestra vida más positivamente siempre que las percibamos como un desafío y no nos coloquemos en el papel de víctimas.
La crisis exige un cambio en nuestra manera de enfocar las cosas y la forma de afrontar un cambio depende menos de la situación que de la actitud que yo tome ante ella.
Cuando siento que tengo el control , todo va bien ; pero en definitiva yo siempre tengo el control: O controlo las situaciones o controlo mi actitud ante ellas.
Todas las situaciones por malas que sean tienen algunas ventajas, hay que asumir la experiencia y encontrarlas.
El miedo es un signo de debilidad y al igual que la preocupación, siempre es un reflejo de nuestra dependencia. Como el dolor es una señal de que algo no funciona, en vez de abandonarnos a él deberíamos preguntarnos ¿ Qué quiere decirme? ¿ Qué está pasando ahora?.
El problema no es tener o no tener miedo sino cómo lo afrontamos.
Tenemos poca influencia sobre lo que nos sucede en la vida. Lo que constituye nuestra verdadera personalidad es la forma en que nos enfentamos a ella.
Dejar de aferrarnos a lo conocido, mirar con optimismo los cambios, considerar todo como provisional, tener curiosidad por lo nuevo, son pautas que nos ayudarán.
Aceptar lo inevitable y desprenderse de lo que se va y no queremos que se vaya son dos conceptos clave para la vida.
No se sale de la crisis debido a la suerte,cuando uno hace lo correcto la suerte aparece...
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