En cierto sentido consideramos el crecimiento interior como una batalla contra la mente, intentando controlarla, pacificarla, dejarla tranquila.
Esta actitud de control y manipulación nos conduce a un callejón sin salida ya que el verdadero desarrollo personal consiste simplemente en dejar ser sin intentar controlar nada.
Si lo piensas detenidamente muchas técnicas de meditación son una forma de control. Tratamos de controlar la mente con una férrea disciplina y esa actitud se convierte en un obstáculo. En realidad lo que medita es la mente o el ego.
El auténtico crecimiento consiste en deshacerse del control. Normalmente pensamos en cómo puedo controlar la mente para sentirnos mejor.
Es verdad que controlando la mente sentimos bienestar y relajación , pero cuando dejas el control la mente comienza de nuevo a parlotear, el control nos da cierto alivio pero cuando lo abandonamos, las cosas comienzan a ser como antes.
La base de todo el trabajo interior es permitir que todo sea tal y como es, así surge un estado de consciencia no contaminado.
Somos adictos a los estados de conciencia alterados: El miedo, la tristeza, la ira, el enamoramiento, la felicidad, son estados de consciencia alterados. La consciencia no es alterada por nada porque está más allá del cuerpo y de la mente.
No somos lo que pensamos que somos.Tendemos a identificarnos con lo que pensamos y las emociones que tenemos, ahí está el error.
Hasta que no permitas que todo sea lo que es de la forma más profunda posible seguirás enganchado al control.
Deja de vincularte con los pensamientos y estados mentales.
El crecimiento personal se basa en un esfuerzo sin esfuerzo.
Abandona el control, permite que aflore a la mente lo que tenga que salir, deja que se manifieste, no lo analices, ya se irá.
El ego cuando deja el control siente pánico ya que es su única manera de funcionar. Sal de la mente y entra en tus sentidos, escucha lo que sucede a tu alrededor, no lo analices, observa lo que sucede cuando permites que todo sea tal como es, cuando te permites ser completamente lo que eres.
¿Qué pasaría si basases tu vida en permitir que todo sea tal cómo es?
Cuando dejas de resistirte a la vida esta se vuelve muy interesante.
La consciencia o tu verdadera naturaleza permite que todo sea tal como es, esto significa observar sin reaccionar, significa no aferrarte a nada.
La pregunta más poderosa para llegar a tu consciencia es ¿Quién soy yo?
Si puedo observar el cuerpo es que no soy el cuerpo, si puedo observar mis pensamientos es que no soy mi mente.
Puedo observar mis sensaciones, mis emociones de miedo, felicidad, tristeza, por lo que no soy mis emociones.
Normalmente creemos que somos nuestro ego al que lo llamamos personalidad, pero hay un testigo de esa personalidad.
Al final llego a algo que no hay nada que pueda observar, esta es la base de lo que soy.
Nuestro auténtico yo es la consciencia, ésto es realmente lo que somos. Estamos acostumbrados a identificarnos con nuestra mente, con nuestros pensamientos, nuestras sensaciones, nuestro ego y con nuestro cuerpo. No se trata de negar estos aspectos pero no son mi verdadero yo.
La mente no puede comprender esto ya que el pensamiento no puede entender lo que está mas allá del pensamiento.
La consciencia no ofrece ninguna resistencia al pensamiento, ni a las emociones ni intenta cambiar nada.
La naturaleza más autentica incluye la totalidad de la experiencia humana, el cuerpo la mente y la personalidad son extensiones de nuestra consciencia.
Vamos a verlo de otra manera: Intenta darte cuenta qué parte de ti ha estado siempre ahí a lo largo de toda tu vida, independientemente de lo viejo o joven que seas, observa como han ido cambiando las cosas: Tu cuerpo ha cambiado, tu mente también, tu personalidad, todo ha estado fluyendo.
Siempre te has referido a ti mismo como yo soy esto, yo creo esto, yo pienso esto, yo quiero esto. Mientras que todo lo demás ha cambiado tu YO auténtico siempre ha estado ahí. Cuando dices YO es el mismo YO que cuando tenías cinco años; lo exterior ha cambiado, tus pensamientos han cambiado, tu cuerpo ha cambiado pero tu YO no ha cambiado. Ese YO no es la mente que piensa.
Hay una realidad subyacente que no cambia nunca.
El inicio del viaje espiritual es una vida vivida no desde el ego o desde el pensamiento sino desde la comprensión de nuestra verdadera naturaleza que está más allá del cuerpo y de la mente.
El fin de la identificación con el pensamiento, las emociones, la personalidad o el ego es el comienzo de una nueva forma de vida.
La espiritualidad consiste en esto, primero desarrollas un actitud meditativa en la que te deshaces del control y permites que todo sea y luego indagas profundamente quién eres y llegas al punto en que eres pura consciencia, con eso has trascendido la dualidad y por lo tanto el sufrimiento
Cuando uno está verdaderamente despierto y ha ido más allá de la dualidad, las cosas que parecen diferentes para todos, se perciben esencialmente como lo mismo.
Cuando vives desde la no resistencia la vida fluye maravillosamente y de manera hermosa, casi mágica.
1. Ponte cómodo y haz una respiración profunda.
2. Medita la siguiente afirmación:
Tengo un cuerpo pero no soy mi cuerpo.
Mi cuerpo puede estar calmado o alterado, enfermo o sano, sentirse ligero o cansado, pero nada de eso tiene que ver con mi yo interior.
Mi cuerpo es un instrumento precioso de experiencia y acción en el mundo exterior, pero es sólo un instrumento; lo trato bien, busco mantenerlo en buena salud, pero no soy yo mismo.
Pausa, respira, continúa.
3. Ahora medita :
Tengo emociones, pero no soy mis emociones.
Puedo ser consciente de mis emociones, por lo que no son mi autentico yo. Las emociones pasan a través de mí, pero no afectan a mi YO interior. Tengo emociones, pero no soy mis emociones. Estas son cambiantes mientras que yo permanezco siempre.
Pausa, respira.
4. Siguiente afirmación para meditar:
Tengo pensamientos pero no soy mis pensamientos.
Puedo observar mis pensamientos por lo que no son mi auténtico YO. Los pensamientos surgen, flotan por mi mente y desaparecen una y otra vez.
Mi mente es un herramienta valiosa de conocimiento, sea del mundo externo o interno, pero no es mi auténtico yo...
Yo tengo una mente, pero no soy mi mente.”
Pausa, respira, continúa.
5. Medita en la afirmación y la experiencia de la autoconsciencia:
YO soy lo que permanece, un puro centro de percepción consciente, un testigo inmóvil de todos los pensamientos, emociones, sentimientos y deseos.
“Yo soy el testigo, un centro de pura sabiduría y autoconsciencia
Detente en esta afirmación, buscando sentirla y realizar esta pura consciencia de Ser, ese elemento estable, inmutable, sólido como una roca en medio de los estados y las circunstancias cambiantes
A medida que establecemos contacto con el testigo comenzamos a abandonar nuestras ansiedades y preocupaciones puramente personales ya que nuestra única tarea es observar nuestras aflicciones personales y darnos cuenta de ellas, sin juzgarlas, evitarlas, dramatizarlas, actuar sobre ellas ni justificarlas.
A medida que surge un sentimiento, nos convertimos en sus testigos. Si surge una aversión hacia ese sentimiento, somos testigos de ello.
Permanecemos en estado de consciencia sin elección, en medio de todos los pensamientos y emociones.
Esto sólo es posible cuando entendemos que ninguno de ellos constituye nuestro SER verdadero.
Los pensamientos y emociones no tienen poder hasta que no creemos en ellos.
En tanto sigamos apegados a ellos habrá un esfuerzo por manipularlos. Al entender que no son el centro de mi SER, no intentamos rechazarlos ni complacernos en ellos.
Cada cosa que hacemos por eliminar nuestro sufrimiento no hace más que reforzar la ilusión de que somos precisamente ese sufrimiento. Por eso, en última instancia, el intento de escapar de nuestro sufrimiento no hace más que perpetuarlo.
Lo que tanto nos perturba no es lo que nos aflige, sino el apego que le tenemos. Nos identificamos con lo que nos aflige y ahí radica la verdadera dificultad.
En la medida en que efectivamente te des cuenta de que no eres tu angustia, ésta dejará de ser una amenaza. Cuando la ansiedad se haga presente, ya no te abrumará, porque ya no estarás exclusivamente atado a ella, ya no la combates, ni le opones resistencia, ni escapas de ella. De la manera más radical, la angustia se acepta totalmente, dejándola hacer lo que quiera. No tienes nada que perder, ni nada que ganar con su presencia o ausencia, puesto que te limitas a contemplar su paso.
Empiezas a sentir que lo que te sucede ―deseos, esperanzas, preferencias, rechazos― no llegan a ser cuestión de vida o muerte, porque dentro de ti hay un ser más profundo a quien no afectan estas fluctuaciones periféricas, estas oleadas superficiales, que provocan gran conmoción, pero son poco consistentes.
Así, en un nivel personal, tu mente y tu cuerpo pueden sufrir dolor, humillación, miedo o sufrimiento; pero mientras que te mantengas como testigo de todo ello, como si lo vieras desde lo alto, nada de eso te amenaza, de modo que ya no te sientes movido a manipularlo, combatirlo o someterlo. Cuando estés dispuesto a ser testigo de lo que ocurra y a mirarlo con imparcialidad, podrás trascenderlo.
Cuando las cosas y circunstancias estén en tu area de influencia ocúpate de ellas, teniendo en cuenta quien eres realmente, cuando no estén en tu area de influencia sitúate en la posición de testigo, obsérvalas y déjalas pasar.
Permite que llegue lo que tiene que llegar y que se vaya lo que se tiene que ir, descubre lo que permanece
ADYASHANTI
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